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2021-05-31

“Esta ya no es mi casa, es su casa, quiero invitarlos, la encontrarán en un monte quemado y florecido, está creciendo y fortaleciéndose”

Compartimos con ustedes la carta de agradecimiento de Sara Molina, de INTI Córdoba, a las intianas e intianos

Cordoba
Más de 30 personas, la mayoría desconocidas para Sara Molina, colaboraron en la reconstrucción de su vivienda, tras haber sido arrasada por un incendio en el monte nativo de Córdoba

Compañeras/os Intianas/os:

Este espacio de intercambios me permite agradecer y compartir con ustedes lo sucedido el año pasado en Charbonier, en el norte de la provincia de Córdoba, lugar donde vivo desde el año 2009.

En el mes de agosto azotó a una vasta zona un incendio que arrasó con parte del poco monte nativo que queda en la provincia. Este incendio avanzó durante más de 15 días, entre tantas pérdidas se llevó el monte y también mi casa. Fueron días de mucho trabajo y también mucha reflexión.

Esos momentos me llenaron de mucho afecto que, sin duda, fue el motor de la reconstrucción.

Parece increíble que estemos en el 2021. El año pasado empezó bien, con cambio de gobierno, reincorporaron a mis compañeros despedidos injustamente, parecía que iba a ser un buen año y en marzo nos llegó la pandemia. Mucho no me cambió la vida, ya que por acá se vive tranquilo, sin muchas visitas, pero se perdió el contacto humano, eso de hablar mirándose a los ojos, los mates… en fin. Hasta que vino el feroz agosto, el fuego avasallante se llevó el monte y mi casa. Aquí el balance no fue tan simple, ya no era sumar y restar.

A los pocos días del incendio vino una avalancha de amistad, cariño y comprensión. Vino la Minga (reunión de amigos y vecinos para hacer algún trabajo gratuito en común), fueron más de 30 personas, la mayoría desconocidas, de todos lados salieron personas y cada una trajo una idea, una pala, un ladrillo, una sonrisa, una lágrima, una palabra, un silencio. Fue cuando se comenzó a gestar la nueva casa. Para reconstruir, hubo que sacar todo: quedó la casa desnuda, sin puertas ni ventanas, sin techo, y solo algunas paredes que, resistentes, se mantuvieron en pie. Tanta fue la energía y el trabajo de todos, que no pude parar de hacer.

Cuando decidí reconstruir en el mismo lugar, lo hice porque, pese al fuego, algunos árboles aún están vivos y en unas semanas aparecieron los primeros brotes, señal que la esencia estaba.

Esta nueva casa se comenzó a levantar desde que nací, desde que vine de Chile, llegué a Buenos Aires; desde que me fortalecí en La Plata y desde que vivo en Córdoba. Esta nueva casa se comenzó a gestar desde siempre, porque cada uno de ustedes la construyó.

Vinieron los albañiles con toda la dedicación, los cuartetos, el respeto y el esfuerzo, así la casa tuvo su sombrero de chapa y nuevamente abrió sus ojos al monte, se fundó como semilla.

Fue un tiempo de aprendizaje muy intenso. Tantas personas estuvieron y están presentes, es como si el tiempo se hubiera detenido y pudiera mirar atrás y ver a todos los que han formado mi camino, amistades, compañeros, vecinos, familiares y también desconocidos. Fue un balance diferente a la primera vez, perdí una casa, pero recuperé y gané afectos que antes no veía, ahora tengo una casa más sólida, más cálida, con más historias.

Quiero agradecer a cada uno de ustedes que estuvo presente desde esos silencios respetuosos, esas palabras alentadoras, esas presencias esenciales.

Jamás existiría esta nueva casa sin ustedes, quisiera poner el nombre de cada uno, pero la lista sería larguísima. Esta ya no es mi casa, es “su casa”, quiero invitarlos, la encontrarán en un monte quemado y florecido, está creciendo y fortaleciéndose.

Muchas gracias.

Sara Eugenia Molina
Departamento de Alimentos región Centro
emolina@inti.gob.ar
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